jueves, 25 de febrero de 2010

Aniversario

Cuando tengas un fracaso,
y creas que no hay futuro
para ti, cuando, una madrugada
desolada, sientas el frío filo
de la muerte en las entrañas
y una gélida y gris mortaja
parezca envolverte inexorable,
y tus fantasmas despierten, y te pidan cuentas,
acuérdate de mi naufragio,
mírate bien adentro, empuja
fuera de ti el dolor de tu viaje,
y acuérdate del poeta,
un golpe rápido, temerario y certero,
corazón aventurero, tierno, pero fiero
audaz, solitario y salvaje,
indomable, soñador y verdadero.

domingo, 21 de febrero de 2010

Senderos negros

Aquella dominical, tibia y gris mañana de finales de Noviembre, convocados a un nuevo paseo organizado por el Archivo Histórico de Roquetas-Nou Barris, una cuarentena de vecinos esperábamos con curiosidad -y, en mi caso, además, con una indefinible inquietud-, a los guías del archivo, que, esta vez,  nos llevarían por senderos negros. Nuestros pasos irían teñidos de sangre, de carreras, venganzas, robos, tiros y emboscadas.
El joven distrito de Nou Barris, a pesar de su corta edad, ha sido testigo de multitud de actos violentos que, en muchas ocasiones, llevaban detrás motivaciones ideológicas…
Eran otros tiempos. Tiempos de miedo y garrote vil, y nuestro vecino y flamante Parque Natural de Collserola, fue, entonces, mudo e impotente testigo del paseo de un pelotón de voluntarios que, (el 27 de septiembre de 1975, a las 8:30 de la mañana) contra a un árbol próximo al cementerio, fusiló a Txiqui.
En la misma Plaza Llujmajor, el lugar donde habíamos quedado, Juan Paredes Manot (Txiqui) y Pedro Ignacio Beotegui (Wilson), eran sorprendidos, la mañana del 30 de julio de 1975, durante el asalto a la sucursal del Banco de Bilbao sita en la plaza.
Se cruzaron disparos entre los activistas y varias patrullas de policía, resultando heridos tres transeúntes y detenidos los etarras.
C/ Tubau, en la bodega Montferry, apenas cien metros más abajo del banco,  el día 9 de febrero de 1935, en represalia por la muerte del anarquista Andreu Aranda, un anarquista no identificado apioló a tiros a Frederic Muñoz, verdugo de Barcelona. Por este hecho fue instruida una causa en rebeldía contra Genis Urea Peña (causa de la que sería posteriormente indultado).
Pº Valldaura nº 247. Farmacia Borrás. Tiene el record de robos de la zona. El primer atraco lo perpetró Juan Moreno Cuenca, que, años más tarde, sería conocido como “El Vaquilla”.
El primer panteón del Soldado, inaugurado en el Cementiri de Sant Andreu el 9 de Mayo de 1941, y construido por los soldados de los Batallones Disciplinarios y de Trabajadores y las Colonias Penitenciarias, es decir, por los perdedores de la Guerra Civil. El pequeño mausoleo, que contiene todavía la rancia simbología fascista, y la tumba de un teniente general héroe de la guerra del francés, son los principales atributos que justifican nuestra visita.
Camino del barrio de Horta cruzamos por la calle de Alloza, que debe su nombre a un cartero represaliado durante el franquismo por su militancia en ERC y la CNT, y que, dado su gran conocimiento del vecindario, llegó a ser un destacado antecedente de lo que ahora conocemos como distrito postal.
La historia del tardofranquismo en Barcelona no se podría concebir sin el MIL (Moviment Iberic d´Alliberament). Este grupo, era el brazo armado de lo que se conoció como “Grupos Liberación”, que constaba de tres ramas:
Un grupo teórico, otro obrero, y un tercero que se dedicaba a las expropiaciones de carácter económico con las que –vía atracos a bancos-  pretendían ayudar a las finanzas de las múltiples huelgas que recorrían las áreas industriales de la ciudad.
La mañana del 2 de marzo de 1973, tres hombres armados irrumpen en la agencia del Banco Hispano Americano del paseo de Fabra y Puig nº 313.
En la calle los esperaba un SEAT 124. Al volante se encontraba Salvador Puig Antich, quién, al ver acercarse a dos hombres, toca el claxon en señal de alarma. Como resultado, se entabla un tiroteo entre policías y atracadores,  que intentaban salir de la entidad bancaria con un rehén, que, durante el intercambio de disparos, resulta herido de bala.
(Unos meses más tarde, en un bar de la C/ Girona, sería detenido Salvador.
Lo sacan del bar y lo llevan a un portal próximo, donde, en un inexplicado cruce de disparos, resultaría muerto uno de los policías. Esta muerte, adjudicada a Salvador por los policías, daría como resultado la ejecución de Puich Antich un año después.)
Subiendo unas escaleras próximas al escenario del atraco recalamos en la calle Cadí, en cuyo número 33, la madrugada del 11 de diciembre de 1990, se desplomó el edificio, debido a la poca calidad de los materiales empleados en su construcción, causando un muerto y tres heridos. La rapiña inmobiliaria se cobró la vida de Ana Rubio, vecina del inmueble.
Cruzando el parque del Turó de la Peira nos plantamos en el Bar la Parra. Allí solían desayunar los guardias civiles de un pequeño cuartel cercano.
El lunes, 4 de mayo de 1981, poco después de las diez de la mañana, cuando los miembros de la benemérita terminaban su desayuno, entran dos hombres vestidos con monos azules, y, al poco, mientras los desprevenidos guardias pagan sus consumiciones, sacan sus armas y disparan sobre ellos. Entonces, los terroristas del GRAPO se acercan a sus víctimas -ya heridas y en el suelo- y las rematan.
Volviendo sobre nuestros negros pasos, pasamos por las Casas Baratas del Turó de la Peira -un bastión anarquista durante los años treinta- donde, en la calle Riells, vivía en aquellas fechas Manuel Molina “Juanele”, secretario General de la FAI y director de su órgano de expresión “Tierra y Libertad”.
Buena parte de los trabajadores de la redacción del diario “Solidaridad Obrera” de la época (1933) eran vecinos de este barrio, donde, además, se guardaba un arsenal de armas que los anarquistas iban acumulando en previsión de la guerra que se avecinaba.
Un poco más abajo, en la confluencia del  Pº Doctor Pi y Molist y el Pº de Verdúm, la mañana del 30 de agosto de 1957, José Luís Facerías -conocido por “Facerías”, “Face” y, debido a su atildado modo de vestir, también apodado “Petronio”-, uno de los máximos exponentes de la guerrilla urbana anarquista contra la dictadura, caía muerto en una emboscada de la Guardia Civil. En el lugar de su muerte, una placa conmemorativa fijada al suelo guarda memoria de aquel suceso.
Y, por último, nuestros -ya cansados- funestos pasos, se encaminaron unos metros más arriba, justo encima del lugar de la muerte de “Face”.
El “Instituto Mental de la Santa Cruz y San Pablo” (la hoy sede municipal), es una de las construcciones más antiguas del distrito de Nou Barris, y como tal, no se libra de hechos sangrientos:
Durante los últimos días del mes de Julio de 1936, un coche de milicianos fue tiroteado desde los altillos del edificio. Al parecer, facultativos reaccionarios, aprovechando las facilidades de paso concedidas por las milicias, fueron ocultando en las dependencias hospitalarias a militares huidos de los cuarteles. Los milicianos respondieron consecuentemente a la agresión, y el tiroteo no se apagó a las 9 de la noche.
Mientras subía, una vez finalizado nuestro recorrido, por el Parc de la Guineueta, reflexionaba sobre la violencia…
La no violencia está bien, pero cuesta muchas vidas inocentes y requiere ingentes cantidades de pacifica carne de cañón, y dado que se ha desarrollado principalmente en zonas superpobladas y con creencias reencarnatorias, no me parece una estrategia aplicable en todo momento y a todo el planeta.
Supongo que las circunstancias todo lo condicionan.
En aquel momento, parafraseando a otros mucho más sabios que yo, me digo:
El tiranicidio es legítimo, y está justificado.
“El mayor asesino de siglo veinte ha sido el Estado. Los estados.”

miércoles, 10 de febrero de 2010

7 horas con Enric Marco

Fue por medio de Juanito Piquete que conocí a Enric.
Juanito tenía un proyecto para un programa de radio. "Voces libertarias" llevaría por titulo, y consistía, básicamente, en entrevistas a libertarios que, según su criterio, tenían, o habían tenido, cierta significación dentro de lo que podríamos llamar "ámbitos libertarios".
Se trataba, en conclusión, de ir algo más allá de lo meramente público, y contemplar al personaje desde un prisma que, sin dejar de lado lo público y notorio, nos lo acercase también en el plano más personal.
Acepté. Haría de técnico en las grabaciones, que realizamos en el diminuto, cálido, precario y montaraz, estudio de Radio Bronka. Siete horas de grabación con Enric dieron para mucho...
Enric es un hombre de 88 años, bajito, casi calvo, con gorra de pana gris y bigote de otro tiempo. De ojos observadores, inquietos y astutos, en definitiva, un hombre inteligente, de rostro amable, de gesto y perfil dialogantes.
La impostura de Enric...
Enric, si hubiera vivido en otra época hubiera podido ser un gran actor.
Como narrador es de lo mejor que he oído nunca. Allí, sentado delante de él, oyéndolo desgranar su historia, atrapó toda mi atención.
Miraba hacia los controles de grabación y me dejaba llevar por el tono de sus palabras, que me mecían suavemente mientras contaba su infancia y adolescencia.
Los ojos pletóricos de un contagioso y travieso brillo juvenil, y su tono de voz, en consonancia casi perfecta con lo que contaba en cada instante, se modulaba con gran maestría. En esos momentos, el rostro rejuvenecía y dulcificaba, al compás del niño, del joven que fue.
Sumergido completamente en la historia que contaba, su cuerpo cambiaba, por un instante, mientras hablaba de nuestra guerra civil, su cuerpo se estremeció, y pude sentir el filo frío, cortante y terrible de nuestra revolución y guerra.
Hablando de su paso por el campo de trabajo y, sobre todo, cuando nos cuenta su detención por parte de la GESTAPO, Enric parece encoger, sus ojos se tornan inseguros e inquietos, y, poco a poco, la voz va perdiendo intensidad y matices hasta llegar a un hilo oscuro y tenue, como un lamento.
De verbo ágil y lenguaje preciso y ligero, que, conforme avanza en su historia se vuelve más sólido, firme y decidido.
En ese momento miré a Juanito...
La mirada y el gesto, para Juanito y para mí.
La voz y las palabras... para todos.

lunes, 8 de febrero de 2010

Collserola

Hoy, que siento el crujir de mis huesos como nunca, al salir presuroso a por tabaco, me he vuelto a mirar los verdes y altivos perfiles de mi montaña, recortándose en la distancia sobre un cielo encapotado y frío.
Esa imagen invernal y apacible, todavía inasequible a la voracidad de las grúas, que, con los años, fueron devorando todo lo que les salió al paso, me parece una suerte de incomprensible milagro.
He crecido a la sombra de esas breves colinas de Collserola, donde mi niñez suele reaparecer cuando camino por sus senderos. Aquí, me caí de un viejo árbol que desapareció aniquilado por un rayo. Un poco más allá, un día que subimos al entierro de la sardina, sucumbí ante los encantos de una compañera de colegio,
Me pregunto si seré un hombre de rincones.
Mi barrio, al igual que otros barrios que nacieron en las faldas de la sierra, que vivió durante largas décadas de espaldas a la montaña, no se concibe sin ella.
"Cariño, ponme mirando para el castillo", me susurraba Inés, cuando, sabedora de mi soledad, venía a visitarme durante mis años desangelados, y paseábamos en silencio por los estrechos caminos de la sierra.
Era casi lo único que podía hacer por mí, y lo sabía.
Las lunas de mi sierra, donde en más de una ocasión me perdí durante algún viaje de ácido, son maravillosas. Se palpa un silencio entreverado de siluetas sonoras de la metrópoli que, a ratos, zumba como un imposible abejorro nocturno.
A un lado el vallés, lejano y cargado de un industrial y sordo rumor, al otro el mar, próximo y encendido de largos alfileres de plata, que desaparecían devorados al aproximarse a las luces de la ciudad. Y el bosque, rebosante de claroscuros, me poseía, y su aparente silencio daba entonces paso a un animal y sutil caudal sonoro, pletórico de vida nocturna inasequible minutos antes.
Por fortuna, el dorado amanecer me demuestra que la alta burguesía catalana y la clase política no son las únicas aves de rapiña que pueblan la sierra de Collserola. Los pinos y la genista, colorean el incansable vuelo de las rapaces, que, buscando alimento para sus retoños en primavera, visten de cabriolas inverosímiles el aire de la sierra.
Y las noches festivas, como estrellas, refulgen en lo más alto de la sierra las luces del parque de atracciones.

jueves, 4 de febrero de 2010

Eva'x (expediente x) *

Los motivos por los que comencé esta aventura se me escaparon al principio.
Sólo bastantes meses más tarde comencé a comprender las causas, las motivaciones, que me animaron a penetrar en aquella jungla femenina.
Sería deseo de este autor, que no se malinterpretasen sus intenciones, pues estoy convencido, de que, el espíritu con que afronta este trabajo, este singular esfuerzo vital, su curiosidad, el afán de comprensión, venían dados, o al menos, eso piensa uno, por un reconocimiento intimo, profundo, de su propio laberinto, del enorme esfuerzo que tuvo hacer, durante meses y meses, para conseguir salir de el, siendo el mismo, o quizá, algo mejor persona que antes de desaparecer en su propio abismo, en esa vertiginosa vorágine que lo atrapó, lo retuvo, y enfrentó a sus miedos más profundos, a contemplar el tenue hilo que nos une a los demás, a la vida.
Vayan aquí, mi solidaridad, mi compasión, mi respeto, y, en un caso, mi amor también, que no por lejano e imposible deja de ser uno de los sentimientos más profundos que he sentido nunca por mujer alguna.
Quizá sea la impotencia, después de más de dos años de todo aquello, la que me empuja sin remedio.
De porqué me interesé por estas mujeres, tan parecidas, tan diferentes. Del porqué me asomé a sus laberintos personales, vaya un apunte, fue, según creo, por conocer mejor a mi musa ausente, a mi desdichado amor, sus pautas de conducta, los mecanismos que la llevaron a verme como una especie de amenaza permanente.
Al no poder aproximarme al problema directamente, traté de hacerlo de forma trasversal. Otras Evas fueron, obligado por las especiales circunstancias, las que, sin saberlo, me ayudaron a situar el problema en otro contexto, para, desde allí, traerme un primer plano de ella, de los aspectos que desconocía de aquella escurridiza beldad.
Creo necesario destacar un rasgo fundamental que todas comparten, que todas poseen en mayor o menor medida, y cada una a su manera, una feminidad ancestral, primitiva, llena de colorido, una ingenuidad, digna de ser contada y apreciada por lo que tiene de instintivo canto a la supervivencia.
Agradecer a todas ellas su personal aporte a esa mayor comprensión del alma femenina, a ese misterio que llamamos mujer, aunque, evidentemente, no fuera esa su intención, ni tampoco, fuera exclusivamente esa, mi única motivación con respecto a ellas, pues mujeres son al fin y al cabo.
Vaya para ellas, y por ellas, este texto.
Esta búsqueda comienza a primeros de junio del 2005, y concluye, más de dos años después, asumidas, ante el destino, mi impotencia y mi fracaso.
Concluida la fase de documentación, y en pleno periodo de experimentación y validación de lo aprendido, llega el momento de relatar, ese ir y venir, de una a otra, de aquí para allá y viceversa.
Situarlas a todas de manera que el lector no se pierda, como un pardillo, en un bosque desconocido, en aquella jungla primigenia, es el primer problema a resolver.
Por orden alfabético, de aparición, de importancia, de tiempo dedicado a cada una, aquí, ante el batiburrillo de rollos raros desarrollados ante mis curtidos ojos, me asaltan dudas y temores.
El pequeño arsenal de mentiras descaradas e innecesarias, cuentos chinos, fantasías infantiles, paranoias delirantes, temores ancestrales, roneos inverosímiles, citas falsas, excusas tontas, comidas de tarro, alguna experiencia íntima de lo más sorprendente, lo regué con poemas a destajo -mis, ya populares, sms-.
¡En fin! ante semejante despliegue de femeninas variables, desconocidas e imprevisibles, y con sólo una vieja máxima por enseña y estrategia: "una vez atrapada su atención, contra menos caso les hagas más te rondarán", me adentré en un universo de mujeres tristes y fatales, cambiantes como la luna, de alegrías fugaces, pero hermosas, de largas penas y tristezas.
Este tutifruti femenino, me llevo también a mundos reservados, exclusivos, bellos, dolorosos, sobre todo, si alguna te llega al fondo del corazón.
Pequeños universos íntimos, adolescentes, llenos de miedo a la vida, construidos con poca maña y mucha paciencia, donde sobreviven estas Evas imposibles y contradictorias, alguna, muy, muy bella, resplandeciente, como un amanecer de primavera, esquiva, como una gacela en un bosque desconocido.
Un canto a la vida oculto a mis ojos, una jaima en el desierto de la existencia, una flor del paraíso perdido. Esta Eva pertinaz y repetida, resistente, inasequible a mis versos, fue, en su momento, el mejor motivo que me quedó para seguir viviendo, aun sabiendo lo imposible de mis sueños.
Por lo tanto, lo primero será bautizarlas, por sí me da el punto de hablar de alguna en particular, cosa que, francamente, al menos ahora mismo, dudo mucho.
Eva 1. La Gatita, toda una fiera, intratable, guapa y solitaria, quizá las bella de todas. Inabordable, al parecer, para un pirata de mi calaña.
Eva 2. Ausente, en realidad, esta empiezo a dudar que llegara a existir realmente.
Eva 3. La bruja, buena pieza de museo. Cenar con ella –algo tan simple- se convirtió en una experiencia altamente alucinógena. Cambiaba de opinión tres veces por minuto. Inenarrable.
Eva 4. Cocos, su mejor, y quizá único, argumento absolutamente suyo, lo tenía más abajo de los hombros. Se paseó tantas veces por delante de mí que estuve un mes soñando con cocoteros. La chica del móvil.
Eva 5. Multimedia. Esta Eva, es casi virtual, la única cita, por llamarlo de alguna manera, habida con ella, no funcionó. Según parece, tengo las manos muy largas, y, añado yo, ella un culo fenomenal.
No pude evitarlo, pudo más la curiosidad, el instinto, se lo toqué, tenía que asegurarme, no creía que fuera real aquél paradisíaco espectáculo. Un ven y muerde como la copa de un pino. A mi solicitud de documento gráfico dio un no rotundo. Mala suerte.
Nuestra inexistente relación se limita a unos extraños pps que envía. Me manda fotos de coños ajenos, en un esfuerzo por desviar mi atención hacía otros ejemplares femeninos, y seguir, sin embargo, estando allí. Inexplicable.
Eva 6. Sister Sitges. Esta es guapa también. Huidiza, fugaz, aficionada al zodiaco, que, al parecer, orienta su existencia. Desconfiada en grado superlativo, tiene subcontratada una jauría de animales feroces, para, de esa manera, evitar pelmas inoportunos, de los que, en el fondo, no puede prescindir. Alejarse para seguir estando. Una guapa contradicción con faldas.
Eva 7. Sombra. Aquí hubo restriegue, el intento de polvo más raro de mi puñetera vida. Desconcertante, desempalmante.
De cómo se entrecruzaron sms de lo más inútil, llamadas telefónicas del tipo: descuelga que cuelgo. Citas falsas, llamadas tontas, largas, inacabables explicaciones que no explicaban nada, mensajes raros en el contestador que no venían a cuento, vaya esta muestra, este breve apunte, para hacerse una idea aproximada de aquella encoñada selva. Con todo ello podría, valga la encoñada redundancia, encoñar, perdón, acuñar un buen cuento.
Todo un recital mediático, una húmeda, oscura y rizada maraña comunicativa, en la que me defendí cómo pude. Decidí, después de largas y sesudas reflexiones, hacerlo poéticamente, toda una literaria hazaña, mi mejor baza. Mandaba poemas sms a diestro y siniestro, en un intento de defenderme, de acallar múltiples voces, en medio de aquella avalancha comunicativa, en la que llegó un punto que no supe quién mandaba qué, quién llamaba y colgaba, utilizando el teléfono de mi casa en modo gps, capaz de situarme en el tiempo y el espacio, tranquilizando así temores infundados.
Tramas que se cruzaron sin descanso. Un laberinto de bragas solitarias, digno de ser rebuscado, como sí de ofertas de mercadillo se tratara.
Seguir la pista, al mismo tiempo, a tanto huidizo coño, y salir indemne emocionalmente, fue una tarea difícil, apta exclusivamente para tipos altamente cualificados, duros.
Si además, sales de la arriesgada experiencia con ganas de reírte todavía, y de propina, traes un cuentecito, ya te puedes dar con un canto en los dientes o machacarte los huevos con dos piedras, por poner símiles dolorosos. Eres un tipo afortunado, valiente, y, por supuesto, también audaz y temerario.
Un vicioso de las tareas inalcanzables que se ha endurecido más, si ello es posible, con este reto imposible, una bella quimera digna de un experto en laberintos, con Minotauros o sin ellos.
Una de ellas, por poner sólo un ejemplo, conocedora de otra de mis Evas, trató de malmeter a la otra algo más, si eso era posible, en mi contra, un acto ruin, verdaderamente deleznable, pero que forma parte de su manera de entender la vida. Nunca se lo perdonaré, por inocente que sea.
En el fondo, te ha de ir la marcha para meterte en una vaina tan cambiante y complicada. Mi coartada aquí, como no podía ser de otra manera, fue literaria, no exenta de valentía, y sirve, además, para borronear páginas en blanco con temerarias artimañas, corriendo el riesgo de que acaben por confabularse y monten una sensual trampa colectiva para acabar conmigo.
Todo sacrificio es poco. Viva la literatura de riesgo.
Si antes, hacerme un seguro de vida era difícil, ahora, con esta femenina y colectiva amenaza latente, como una integrista célula durmiente, será imposible.
Las llamadas continúan, pero, al parecer, han deshabilitado el modo "gps", todo un avance, a este paso, una maratón duraría veinticinco años.
Suena dos, tres veces, se para, y vuelve minutos después, para, por el mismo precio, joderme la siesta que sabe hago todas las tardes.
Esta, más que probable, accionista de telefónica, conoce mis costumbres mejor que yo. Debería dejarme dormir la siesta, pero sospecho, le debe joder mucho saber que, en sueños, hago con ella lo que me apetece sin pedirle permiso, y por ello trata de impedírmelo a cualquier precio.
Ignoro quién es, trabaja sin dejar rastro, borra sus huellas con habilidad femenina, felina, evasiva.
Ahora, pasada esta larga etapa formativa, la tropa de Evas se ha ido situando cada una en su contexto, y yo, extenuado por el largo e intenso esfuerzo psicológico que esta delicada y extensa investigación entrañó, descanso mucho, y me las miro y admiro en la distancia, sudando, como un condenado a galeras indultado, con la vieja Luger de 9/mm. de mi abuelo debajo de la almohada, con el fiador quitado, atento a cualquier cambio.
Y si alguna tarde, el timbre del teléfono interrumpe mi siesta, mi descanso preferido, entonces, quiero creer que, de todas ellas, es la de mi sueño, remilgada y coqueta, la que lo hace, supongo que por ponérmelo también difícil en esa dimensión.
Ya terminado el largo epígrafe psicológico, de mi, alternativo y masculino manual de supervivencia urbana, lo miro todo con otros ojos, y las veo pasar, mientras enciendo mi clásico porrito, con una bebida isotónica en la mano, desde una esquina de la plaza, sonriendo juguetón, como un felino que afila las zarpas contra un árbol, como un comando de la muerte adoctrinado a si mismo.
Seguirle, académicamente, la pista a todas las lecciones aprendidas, en aquella maraña de lenguajes diversos y femeninos, me puede llevar más tiempo del que quizá disponga.
Entresacar todas las lecciones de la larga y extravagante experiencia es una tarea de titanes, de hombres curtidos. Aquí, los quejicas amariconados no tienen nada que rascar. Es un trabajo para tipos duros, capaces de aprender y sonreír, en vez de agarrar la vieja Luger y montar una noche de San Andrés, acabando, de una tacada con todas las implicadas, de una en una, yendo de un lado a otro, en una larga, motorizada y sangrienta, fiesta nocturna.
Dejo fuera del texto las experiencias más escabrosas, por miedo, de que, este opúsculo donde me expreso caiga en manos infantiles, y puedan, estas cándidas almas, al leerlo, desarrollar algún trauma irreparable, con el riesgo añadido, de una, más que probable, extinción de la especie, a modo de daño colateral, algo que, dicho sea de paso, nos merecemos.


*Extraído, de manera poco honorable, del archivo secreto del depredador.